Cuando se come fuera de casa, el menú es mucho
más extenso y ofrece platos de todo tipo, incluyendo raciones extra de
fritos, rebozados y grasas. Con tantas tentaciones, a veces es
complicado elegir y, cuando llega el postre, las calorías ingeridas ya
superan con creces las que se toman habitualmente en el comedor propio.
En el caso de niños y adolescentes, caer en este 'descontrol' es aún
más fácil, tal y como demuestra una investigación estadounidense.
Según sus datos, publicados en la revista 'Archives of Pediatrics and
Adolescent Medicine', en general los chicos ingieren una dieta de peor
calidad y consumen más calorías y refrescos los días que comen en
restaurantes, ya sean convencionales o cadenas de 'fast food'.
Para llegar a estas conclusiones, un equipo de investigadores de la
Universidad de Illinois (EEUU) examinó -a través de un cuestionario-
todo lo que habían tomado en distintos días un total de 4.717 niños y
4.699 adolescentes que habían participado en ensayos previos sobre
alimentación.
Su análisis demostró que, cuando optaban por la comida rápida, los
pequeños ingerían 126 calorías extra. En el caso de los adolescentes,
esta cantidad ascendía a las 309 calorías.
Pero no sólo el 'fast food' añadía energía al menú de los chavales.
También la comida en restaurantes convencionales sumaba calorías a la
dieta diaria. Así, el almuerzo en estos locales se asoció con 160
calorías más para los niños y otras 267 para los adolescentes.
Este incremento se debía, fundamentalmente, a una mayor ingesta de
azúcares, grasas saturadas o refrescos, entre otros productos de alto
impacto calórico y baja calidad nutricional. "El consumo de bebidas
azucaradas era hasta dos veces más alto al comparar la ingesta en
restaurantes de comida rápida con la que se hace en casa", señalan los
investigadores en la revista médica.
En sus conclusiones, estos científicos sugieren que sus datos
demuestran claramente que, tras comer fuera de casa, los jóvenes "no
compensan esas calorías adicionales" con alimentos más frugales.
Y, esto, añaden, es especialmente preocupante si se constata que los
almuerzos y cenas fuera del hogar son cada vez más frecuentes entre los
adolescentes. En este sentido, reclaman iniciativas que reduzcan el
acceso a la comida de baja calidad nutricional (a través, por ejemplo,
de un aumento de los costes) y políticas que promuevan la elección de
opciones saludables en locales de restauración.
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