Las personas con signos físicos particulares
relacionados con el envejecimiento, como pliegues en el lóbulo de la
oreja y depósitos de grasa en los párpados, conocidos como xantelasmas,
tienen un 57% más de posibilidades de sufrir un infarto y un 39% de
contraer una enfermedad cardíaca, según un nuevo estudio presentado
recientemente en el congreso anual de la Sociedad Americana del Corazón.
Otros signos del paso de los años aparentemente inocuos para la
salud, principalmente la calvicie, aumentan dichos riesgos hasta un 70%.
Estas conclusiones, a las que ha llegado un grupo de investigadores
daneses dirigidos por Anne Tybjaerg-Hansen, directora del departamento
de bioquímica del Copenhagen University Hospital, podrían ser cruciales,
según defienden los autores, para prevenir y anticipar las dolencias
cardíacas.
Para la realización del estudio se ha seguido la evolución de casi
11.000 personas mayores de 40 años durante 35 años. De todas ellas,
3.401 desarrollaron enfermedades cardiovasculares y 1.708 sufrieron un
ataque al corazón. Atendiendo a las diferencias de género –la muestra
estaba compuesta a casi partes iguales por hombres y mujeres– los
investigadores determinaron que la calvicie solo era un indicador válido
en el caso de los hombres, entre los cuales se duplicaron las
posibilidades de contraer este tipo de enfermedades. En total, de los
737 participantes que experimentaron una pérdida constante de cabello,
82 padecieron un ataque de miocardio. Por otra parte, se descartaron las
canas y las arrugas como indicadores de riesgo.
¿Un diagnóstico a golpe de vista?
Una de las explicaciones de por qué estos factores se asocian con
dichos problemas de salud se debe a que la pérdida de cabello se produce
por los altos niveles de testosterona en la sangre, por lo que el
estudio defiende que esta hormona es una pieza clave en el desarrollo de
las enfermedades coronarias, aunque “todavía no existen datos
determinantes y, de momento, solo podemos especular con esta hipótesis”,
reconoce la danesa.
El deterioro físico relacionado con el envejecimiento, explica
Tybjaerg-Hansen, refleja la edad fisiológica o biológica de las
personas, pero no tiene por qué corresponder con la edad real que se
tenga. “Hasta el momento no se conoce cuál es la influencia de la
predisposición genética ni los factores ambientales relacionados con el
estilo de vida a la hora de desarrollar estas enfermedades, pero sí
podemos afirmar que existen signos físicos que las anticipan. Por ello,
subrayamos la necesidad de que los cardiólogos hagan un buen examen
físico a sus pacientes, además de las pruebas suplementarias”, explica
la investigadora. Una recomendación que también defendió durante el
congreso la portavoz de la American Heart Association, Nieca Goldberg.
A pesar de las certezas mostradas por el estudio, desde la asociación
americana de cardiología se advierte que los signos físicos que
anticipan los infartos no deben desplazar, sino complementar, a los
indicadores clásicos como la presión arterial, la hiperglucemia o el
colesterol alto. La portavoz insiste en que, si bien la duración del
estudio y la amplitud de la muestra dan un peso extra a sus
conclusiones, “los médicos deben seguir basándose en los mismos
estándares que los tenidos en cuenta hasta la fecha”.
Dudas entre la comunidad científica
Los resultados del estudio, que todavía no se han publicado en
ninguna revista científica, fueron acogidos de forma dispar por la
comunidad médica internacional. Por ejemplo en Francia, la federación
nacional de cardiología criticó de “superficial” e, incluso,
“discriminatorio” que los médicos tomen como un indicativo los signos
faciales del envejecimiento.
El presidente de la federación, Claude Le Feuvre, explicó que “para
realizar un pronóstico eficaz de las enfermedades cardiovasculares, más
vale no hacer tanto caso de los rasgos físicos concretos, sino de otros
factores más sensatos como la edad, el sexo, los antecedentes
familiares, el consumo de tabaco, las hipertensión, la diabetes, el
colesterol, el estrés o el sedentarismo”. Así, Le Feuvre sentencia que
“más que mirarse al espejo, lo que se debe hacer es afrontar el
problema”.