La fatiga es uno de los 'daños colaterales' más
característicos de los pacientes con cáncer. Bien sea por el propio
metabolismo de la enfermedad, los efectos de los tratamientos o la
afectación psicológica que acompaña al diagnóstico, no es extraño que
muchos afectados sufran un excesivo cansancio. Una nueva revisión de
estudios vuelve a ratificar que el ejercicio físico puede ser
beneficioso para aliviar esta molesta sensación.
Aunque no es la primera vez que se valoran los beneficios del
ejercicio físico, una amplia revisión de más de 50 estudios publicada
esta semana en la 'Biblioteca Cochrane' lo acaba de demostrar en una
amplia muestra (más de 4.000 individuos) con tumores muy diversos y que
realizaban ejercicios variados (aeróbicos, con pesas, bicicleta,
caminar...).
Según las conclusiones a las que han llegado Fiona Cramp y James
Byron-Daniel, de la Universidad West England, en Bristol (Reino Unido),
el ejercicio aeróbico, durante y después de las terapias, parece ser el
más beneficioso para aliviar la fatiga. Los pacientes con tumores
sólidos (sobre todo de mama y próstata) fueron quienes mejor se
encontraron después de la gimnasia; mientras que los beneficios no
fueron tan evidentes en el caso de afectados por enfermedades
hematológicas.
Alejandro de Lucía, profesor de la Universidad Europea de Madrid y
una de las personas que más ha estudiado el ejercicio físico en
pacientes con cáncer, cree que esta observación puede deberse a un mero
sesgo. "Ésta es una cuestión aún nueva, y algunos tumores han sido más
estudiados que otros", explica a ELMUNDO.es; aunque a su juicio ponerse
en marcha tiene repercusiones positivas para cualquier afectado,
independientemente del tipo de cáncer.
También durante la terapia
"Hacer ejercicio tiene beneficios para cualquier persona,
independientemente de su edad y estado físico. De hecho, cuanto peor sea
el estado general, mayores son los beneficios", asegura. Siempre con
sentido común ("un paciente obeso con riesgo cardiovascular no puede
ponerse a correr cinco horas"), Lucía anima a cualquier afectado a no
quedarse en el sillón. "El paciente con cáncer debe empezar a hacer
ejercicio en cuanto pueda", recomienda.
Y para quienes tengan dudas, este especialista en Medicina recuerda
que lo mínimo recomendado en las guías oficiales estadounidenses son 30
minutos diarios de actividad moderada. "Es un mínimo, pero sacar al
perro a caminar a buen ritmo 10 minutos tres veces al día valdría".
Ana Ruiz, oncóloga del Hospital Puerta de Hierro de Madrid, admite
que 'ponerse en forma' puede resultar especialmente difícil durante las
terapias; "pero por eso mismo es especialmente importante que los
oncólogos estén sensibilizados y aborden el tema en la consulta".
Beneficios demostrados
Ruiz reconoce que sus colegas se sorprenden a veces cuando les
menciona todas las evidencias que han demostrado beneficios del
ejercicio incluso a la hora de prolongar la supervivencia después del
diagnóstico de un tumor. "Los pacientes en forma toleran mejor los
tratamientos, tienen beneficios psicológicos y sociales, pero es que
además ayuda a vivir más", subraya.
En el pasado, como recuerdan los autores del metaanálisis, no era
extraño que a los pacientes oncológicos se les recomendase reposo para
tratar de aliviar su fatiga. Sin embargo, cada vez son más las
evidencias que demuestran que un programa de ejercicios aeróbicos con
una intensidad moderada (y adaptada a las facultades y estado físico de
cada uno) puede tener grandes beneficios en su calidad de vida y también
en su pronóstico.
Queda por ver, admiten, cómo pueden influir (positiva o
negativamente) cuestiones como la frecuencia, duración o intensidad del
ejercicio, si éste se practica de manera individual o pautada en grupo
por un especialista. Serán necesarios más ensayos clínicos para medir
los efectos a largo plazo (no sólo contra la fatiga) o qué tipo de tumor
se puede beneficiar más de una vida activa.
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