Cuando el organismo enferma, nuestro cuerpo
emprende una dura batalla contra los causantes de la enfermedad y eso
requiere un gasto extra energía, de ahí que nos sintamos más lentos y
cansados. Por lo tanto, añadir el estrés extra de hacer deporte estando
enfermos podría ser peligroso si una persona sufre problemas cardíacos.
Sin embargo, no hay nada de malo en practicar ejercicio físico cuando
los síntomas están “por encima del cuello”, por ejemplo si tenemos la
nariz atascada o nos duele la garganta, según Keith Veselik, experto en
Atención Primaria de Salud de la Universidad de Loyola (EE UU). “En ese
caso solo tienes que tener en cuenta que tus niveles de energía no serán
los mismos que estando sano, y exigirte menos”, recalca el
investigador.
De acuerdo con Veselik, los síntomas que deberían hacernos descartar
por completo el ejercicio físico son fiebre, congestión en el pecho,
dolores y calambres corporales, diarrea y vómitos, o sentir mareos
cuando nos levantamos de la cama.
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