por Berna Iskandar
Antes de decidir sobre el momento oportuno para retirar el pañal a nuestro hijo o hija, hagamos algunas preguntas: ¿La retirada del pañal requiere entrenamiento o sucede naturalmente?, ¿tomamos los adultos unilateralmente la decisión de sacar el pañal a nuestros pequeños porque lo exige el preescolar, porque personas del entorno presionan diciendo que los dos años es la edad indicada o porque creemos que nuestro hijo está muy grande para llevar pañales, que además están muy caros?, ¿lo hacemos, en cambio, porque notamos que el pequeño ya muestra señales de estar listo?...
Es importante que indaguemos los motivos, porque las respuestas indicarán el modo en que nos estamos orientando frente al asunto: 1.- Autoritario: Forzamos al niño con el propósito de que responda a las exigencias del mundo diseñado por y para adultos. 2.- Respetuoso: Acompañamos al niño respondiendo a sus propias necesidades, sus tiempos y ritmos madurativos.
En una entrevista que hice a Gladys Michelena, psicoanalista venezolana, especializada en el tema, nos explicaba que los esfínteres son los canales por donde salen los desechos después de que la comida ya ha sido útil y pasa a la sangre. Aquello que no sirve sale por dichos conductos en forma de heces y de orina. En niños pequeños, esta expulsión no ocurre a voluntad porque aún no han madurado para ello, sino que sucede automáticamente. A medida que discurre el tiempo los niños van, por sí mismos, madurando fisiológica y psicológicamente hasta que son capaces de retener, y es entonces cuando logran hacer sus necesidades a voluntad. Esto comienza a suceder gradualmente a partir de los dos años, hasta los cinco años, dependiendo de cada niño. Recordemos que al igual que una huella digital, cada niño es único e irrepetible. De modo que los adultos debemos esperar por ellos y saber reconocer el tiempo que cada pequeño, desde su propio ritmo individual, requiere para alcanzar el control de esfínteres diurno y nocturno.
Estudios recientes han observado que a los dos años y medio lo consigue el 22%, a los tres años el 60%, a los tres años y medio el 88% y a los cuatro años el 98% de los niños. Es decir, que contrario a lo que muchos piensan, la mayoría de los peques realmente están listos para dejar el pañal a los cuatro años. Por otra parte, suele ocurrir que el control de esfínteres diurno y nocturno se adquiere en momentos diferentes. El control nocturno se adquiere más tarde porque, mientras duermen, los chiquitines están menos alertas y porque en la noche tiende a bajar la temperatura lo cual hace que orinen más.
En lugar de imponer la retirada del pañal a una edad determinada producto de presiones o condicionamientos sociales, Gladys Michelena nos invita a observar al niño. Veamos si comienza a distanciar las evacuaciones o micciones, si deja el pañal limpio por más tiempo, si cesa de mojar el pañal durante la noche, si pide que lo lleven al baño y se aguanta hasta llegar, si quiere que le quiten el pañal para usar pantaletas (bragas) o interiores (calzoncillos)... Estos son indicios de que el pequeño comienza a estar maduro fisiológicamente y psicológicamente. Entonces podríamos acompañarlo de un modo respetuoso, sin forzarlo, para que consolide la habilidad. Podemos mostrarle las opciones (inodoro, urinal...) que elija lo que le resulte más cómodo o confiable, enseñarle cómo funcionan o cómo se usan, quedarnos a su lado pacientemente y sin presionar cuando haga sus necesidades, motivarlo a través de juegos, de cuentos, de ejemplos. Y si una vez logrado el control de esfínteres notamos que el niño retrocede y vuelve a orinarse encima, no perdamos la paciencia. No pasa nada si hay que volver a usar el pañal durante un tiempo.
Los expertos coinciden en que la adquisición de estas funciones pueden alterarse fácilmente por cualquier cambio en el entorno (mudanza, nacimiento de un hermanito, divorcio...). Confiar en la capacidad del pequeño para retomar la retirada del pañal cuando de nuevo se sienta listo, atendiendo su propio ritmo y autorregulación, es lo más respetuoso y saludable para su desarrollo.
Imponer la retirada del pañal provoca secuelas. Muchos niños de seis, siete, ocho años, siguen mojando la cama de noche (enuresis) porque los forzaron a quitarse el pañal a los dos años sin estar maduros.
Dicho todo esto, considero prioritario destacar que las guarderías y preescolares tienen la obligación ética de respetar y adaptarse a los tiempos de cada niño. Y no al revés, tal y como se pretende en la mayoría de los casos. Exigir como condición que un niño vaya sin pañales al preescolar o entrenarlo para que lo deje cuando aún no ha madurado, equivale a violentar sus procesos naturales y a desoír sus necesidades legítimas. Por otra parte, constituye un elemento de presión para los padres quienes, sin darnos cuenta, terminamos incurriendo en una forma de maltrato poco reconocida socialmente: forzar a nuestros hijos para que pasen hacia una etapa para la cual no han madurado.
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