Controlar el peso, no fumar ni acostarse inmediatamente después de comer son algunas de las recomendaciones a tener en cuenta, además de la consulta al médico. Toda persona sufrió en algún momento de su vida una sensación de ardor o quemazón en el pecho, situación conocida como acidez ocasional. Pero cuando esa situación se presenta frecuentemente produciendo malestar, se define como enfermedad por reflujo gastroesofágico.
Con el objetivo de detectar la presencia de reflujo gastroesofágico se desarrollarán los próximos jueves 18 y viernes 19 de junio, a partir de las 8, las “Jornadas gratuitas de acidez frecuente”, en el Hospital de Clínicas José de San Martín.
Las jornadas están destinadas a todos los mayores de 21 años con síntomas de acidez frecuente, una enfermedad que afecta al 23% de la población argentina y que se produce como resultado del paso del contenido del estómago al esófago (reflujo).
Se estima que en el país, de los pacientes que padecen reflujo, sólo el 40% consulta al médico y el resto se automedica; lo que conlleva al riesgo de padecer serias complicaciones.
Quienes se acerquen al Hospital de Clínicas deberán completar una encuesta con una variedad de preguntas sobre la presencia de síntomas como sensación de ardor en el pecho y sabor ácido en la boca, y otros aspectos relacionados a la Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico (ERGE), la misma será decodificada en el momento para poder identificar a los posibles pacientes.
Las personas que completen la encuesta recibirán material informativo y, según las respuestas que indiquen en el cuestionario, se les asignará un turno gratuito con el profesional correspondiente.
La iniciativa es patrocinada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE) y la Federación Argentina de Gastroenterología (FAGE); y cuenta con el auspicio del laboratorio AstraZeneca.
El reflujo es una sensación de ardor en el pecho producida por el paso del contenido del estómago al esófago. Los síntomas típicos de reflujo son la pirosis (una sensación de dolor o molestia quemante en la línea media del pecho detrás del esternón, que puede incluso llegar a la garganta) y la regurgitación (vuelta a la boca del contenido gástrico que se manifiesta por gusto agrio o amargo en la boca, producto del líquido refluido).
Otros síntomas que pueden presentarse incluyen tos persistente, disfonía, dolor de pecho, asma bronquial y malestar estomacal (dispepsia). “La enfermedad por reflujo gastroesofágico se define como la presencia de pirosis y/o regurgitación que produce molestia en el paciente. Puede manifestarse además a partir de complicaciones como la estrechez del esófago, llamada estenosis péptica, o el Esófago de Barrett, que es una enfermedad pre-cancerosa”, explicó el doctor Jorge Olmos, médico de planta y jefe del área de Patología Funcional de la División de Gastroenterología del Hospital de Clínicas General San Martín.
Otra forma de presentación de la enfermedad es a partir de manifestaciones extraesofágicas como el asma bronquial, la tos crónica, la laringitis y las erosiones dentales, que pueden estar asociadas en algunos casos con reflujo. Debido a este último aspecto, también participan de las “Jornadas de Acidez Frecuente”, además del servicio de Gastroenterología, los servicios de Reumatología, Cardiología, Otorrinolaringología y Neumonología.
La incidencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (los casos nuevos que se presentan anualmente) aumentó notablemente en los últimos 20 años.
Cómo se produce el reflujo
La boca es la puerta de entrada a los alimentos, allí son masticados y se mezclan con la saliva para favorecer su digestión posterior en el estómago. La comida deglutida es trasportada hacia al estómago por el esófago: un tubo muscular con dos esfínteres o válvulas a cada uno de sus extremos. El esfínter esofágico superior se encarga de evitar el paso de la comida hacia la vía respiratoria durante la deglución (el reflujo o el vómito). Por su parte, el esfínter esofágico inferior (EEI) es una válvula ubicada en la unión del esófago con el estómago, que se relaja para permitir el paso del alimento al estómago; y una vez que comienza el proceso de digestión, se cierra para evitar el regreso de alimento y ácido hacia el esófago. A diferencia del estómago, la pared del esófago no está preparada para tolerar el ácido estomacal o biliar, por lo que trata de eliminar o devolver al estómago cualquier reflujo en forma rápida; cuando la presencia de estas sustancias es prolongada, provoca irritación y lesiones (esofagitis) dando lugar a la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
“En el 40% de los casos el reflujo es causado por una relajación transitoria del esfínter esofágico inferior y en otros casos este esfínter se torna hipotensivo, con baja presión, permitiendo el reflujo. En algunos casos la causa del reflujo puede ser la presencia de una hernia hiatal que se produce por el deslizamiento de parte del estómago en el esófago”, detalló Olmos.
Diagnóstico y tratamiento
El diagnóstico de la enfermedad por reflujo gastroesofágico se realiza por medio de la evaluación clínica y la prueba terapéutica con antisecretores que tiene como objetivo estudiar la mejoría de los síntomas luego de su administración; y la endoscopía digestiva alta que permite categorizar a la enfermedad en “no erosiva” (la forma más leve), esofagitis erosiva (con distintos grados de severidad) y el esófago de Barrett.
“En aquellos casos que no responden al tratamiento como así también los que presentan manifestaciones extraesofágicas como tos, asma bronquial o laringitis vinculadas a reflujo, puede ser de utilidad realizar una evaluación funcional con monitoreo de PH e impedanciometría ”, detalló el especialista.
Según datos obtenidos por el estudio mencionado, se observó que el 40% de los pacientes con reflujo gastroesofágico no consulta al médico. “Muchos de estos pacientes toman una medicación inadecuada; y este tratamiento inadecuado o el no tratamiento conllevan el riesgo de padecer complicaciones tales como la estenosis péptica o el Esófago de Barrett, con la consiguiente predisposición a padecer neoplasias esofágicas”, afirmó Olmos.
El gastroenterólogo recalcó que las complicaciones antes mencionadas pueden prevenirse si se realiza un diagnóstico precoz y con el tratamiento adecuado. “El tratamiento médico de esta entidad es la administración de los llamados inhibidores de la bomba de protones del grupo de los prazoles. En algunos casos específicos es necesaria además una intervención quirúrgica”, explicó Olmos.
Los inhibidores de la bomba de protones intervienen en la etapa final de la producción de ácido. Su acción es potente y directa sin obstaculizar el proceso digestivo.
Consejos para prevenir o reducir el reflujo
• Controlar el peso: los kilos de más presionan el abdomen y empujan al estómago, lo que hace que los ácidos puedan volver al esófago.
• Eliminar/ limitar los alimentos que disparan la acidez: comidas fritas o muy grasosas, alcohol, chocolate, pimienta, cebolla, café, ajo, gaseosas con cafeína, cítricos, salsas y jugo de tomates.
• No fumar: el tabaco aumenta los ácidos en el estómago. Y el aire que se inhala cuando se fuma puede agravar el reflujo.
• Levantar la cabeza para dormir: se sugiere elevar un poco el colchón de la cintura para arriba
• Realizar comidas más pequeñas: comer cuatro o cinco veces al día pero en cantidades menores. Una comida demasiado copiosa presiona al estómago y puede impulsar los ácidos hacia el esófago. La mejor prevención es mantener el estómago en funcionamiento, se debe comer regularmente cada 2 ó 3 horas porciones chicas para impedir la producción excesiva de ácido.
• No acostarse inmediatamente después de comer: es conveniente esperar dos o tres horas antes de acostarse a dormir
• Evitar la ropa muy ajustada: la ropa muy ajustada en la cintura presiona el abdomen y el esfínter esofágico inferior
• Ingerir antiinflamatorios no esteroides (AINES) con precaución. No abusar del consumo de antiinflamatorios frente a la presencia de dolores frecuentes como cefaleas, dolor de cuello o cintura, entre otros.
• Consulta con el médico y realizar el tratamiento adecuado
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