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lunes, 5 de noviembre de 2012

FACTOR RH EN EL EMBARAZO


Fue un misterio que duró siglos: mujeres que daban a luz un primer hijo sano, pero que luego, en sus siguientes embarazos, sufrían abortos espontáneos, partos de fetos muertos o bebés con anemia, ictericia u otros problemas graves de salud. Hubo que esperar a 1940 para conocer el origen del problema, año en que se detectó la existencia de un nuevo antígeno (proteína) en la membrana de los glóbulos rojos de la mayoría de la población. Este antígeno se denominó Rh, ya que las primeras investigaciones se llevaron a cabo con un simio del tipo Macaccus rhesus.
Si el antígeno se encuentra en nuestra sangre, seremos Rh positivo, y si no lo tenemos seremos Rh negativo. Ser Rh negativo no conlleva ningún problema de salud, pero puede convertirse en uno si eres mujer, estás embarazada o estás planeando un embarazo con un hombre que es Rh positivo, ya que el bebé puede sufrir un proceso que, si se detecta durante el embarazo, recibe el nombre deeritroblastosis fetal, y que, si se diagnostica a un recién nacido, se denomina enfermedad hemolítica.
Esta enfermedad, de aparición habitual en el segundo hijo, acarrea problemas de leves a muy graves, aunque hoy en día es fácilmente detectable y, sobre todo, prevenible.
¿Por qué es más peligrosa la incompatibilidad del Factor RH en el segundo embarazo?
Si el feto resulta Rh positivo, existe el peligro de que algunos de sus glóbulos rojos penetren a través de la placenta en el flujo sanguíneo de la madre durante el embarazo y, especialmente, durante el parto y el nacimiento. El sistema inmune de la madre reacciona entonces creando anticuerpos para protegerse. Esta activación se denomina ‘sensibilización’ (isoinmunización al Rh): el sistema inmune de la madre guarda entonces esos anticuerpos por si las células extrañas vuelven a aparecer.
Por regla general, los primogénitos, aunque sean Rh+, no se ven afectados (0,4 a 2% de todos los casos) por esta incompatibilidad a menos que la madre haya sufrido con anterioridad un aborto, un embarazo ectópico o alguna transfusión sanguínea de sangre Rh+ que podrían haber sensibilizado su organismo, ya que toma su tiempo que ésta desarrolle los suficientes anticuerpos para atacar la sangre fetal. Por ese motivo se dice que la incompatibilidad del factor Rh es más peligrosa en el segundo embarazo.
Cuándo no hay peligro
Si en el segundo embarazo el bebé hereda el grupo sanguíneo de la madre, entonces tampoco existirá problema alguno. Lo mismo cuando ambos progenitores son Rh positivo; tampoco si la madre es Rh positivo y el padre Rh negativo o cuando ambos progenitores son negativos: el bebé lo será forzosamente también. El posible peligro siempre viene cuando la madre es negativa y el padre positivo.
Pero eso, uno de los primeros y más importantes análisis que debe hacerse una pareja que está pensando en concebir es un análisis de sangre que sirva para conocer su grupo sanguíneo y Rh con el fin de excluir posibles incompatibilidades entre ellos.
Prevención:
Hoy en día, la incompatibilidad Rh se puede prevenir casi en su totalidad. Si existe el riesgo de desarrollarla, los médicos administran dos inyecciones de inmunoglobulina de Rh (RhIg) durante el primer embarazo. La primera inyección se pone alrededor de las28 semanas de embarazo y la segunda en el pospartoinmediato, dentro de las 72 horas después del parto.
Lo que hace la inmunoglobulina de Rh es actuar como una vacuna, impidiendo que el cuerpo de la madre genere anticuerpos peligrosos Rh que pueden causar dificultades serias en el recién nacido o complicar futuros embarazos.Esta inyección previene la sensibilización en más del 95 por ciento de las mujeres Rh-negativas.
También es necesario administrar RhIg a una mujer Rh-negativa después de un aborto espontáneo, un embarazo ectópico, un aborto inducido o una transfusión de sangre con sangre Rh-positiva. Asimismo, se recomienda realizar este tratamiento después de practicar una amniocentesis o de otra prueba prenatal llamada muestra del villus coriónico (CVS).
La protección que brinda la RhIg sólo dura unas doce semanas, por lo que es necesario repetir el tratamiento durante cada embarazo y ante las situaciones antes descritas, en que las células sanguíneas del feto pueden mezclarse con la sangre de la madre.


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