La llegada de un nuevo bebé al hogar es un motivo de placer y alegría que va a suponer muchos cambios en la organización familiar en general. Nuevos horarios, nuevas rutinas, cambios en los tiempos que se dedican a cada una de las tareas…. Aunque positivo, este estrés, queda paliado por el cariño que los miembros de la familia sienten por el pequeño al que esperaban desde hace tiempo. Pero, ¿todos los miembros lo esperaban? Tal vez el rey de la casa, su hermano, no sienta tanta ilusión ante su llegada...
Evidentemente, los celos y las envidias del primogénito son los principales motivos de preocupación de los padres ante la llegada de un nuevo bebé. En cierto modo, puede considerarse normal que un niño muestre celos ante la llegada del nuevo hermanito. Este acontecimiento puede traer consigo cambios en su comportamiento, que generalmente son temporales y tienen un origen localizado. Por ejemplo, puede mostrarse más desobediente que de costumbre, negarse a separarse de sus padres (especialmente de la madre) oponiéndose a ir al cole o a otros lugares donde sus padres no vayan con él y se queden con su hermano, o buscar atención y cariños de forma más acentuada (por ejemplo llorando más a menudo). Si no se otorga excesiva importancia a este tipo de comportamientos y se manejan de una manera adecuada, acabarán desapareciendo progresivamente de forma espontánea.
Por ello, es importante que, como reacción emocional normal que es, tengas en cuenta que en ningún caso hay que patologizar este tipo de reacciones en los más pequeños. Los celos ante la llegada de su nuevo hermano le ayudarán a aceptar más fácilmente la intromisión del pequeño nuevo miembro de la familia. En este sentido es importante que en ningún caso castiguéis los celos del pequeño y las conductas asociadas. Cuando estas aparezcan debéis extinguirlas (ignorándolas en la medida de lo posible) y reforzar o premiar aquellas conductas deseables (por ejemplo hablar bien de su hermanito, cuidarle, no enfadarse si tenéis que pasar tiempo con él, etcétera).
RIVALIDAD ENTRE HERMANOS:
Los celos, la inestabilidad emocional, los miedos, las llamadas de atención…, que en un primer momento pueden ser normales ante la llegada de su nuevo hermanito, pueden convertirse en patológicas si perduran, dando lugar a emociones más intensas y mantenidas en el tiempo. La más compleja y disruptiva de todas ellas es la rivalidad que tu hijo puede generar ante su nuevo hermanito. A este hecho se le denomina rivalidad fraterna y, cuando no se aborda de una manera adecuada, puede dar lugar a cambios en el carácter del niño, o potenciar algunos problemas de su personalidad como la envidia, el egoísmo o el acaparamiento.
Detectarlo a tiempo es el primer paso para eliminarlo. Así por ejemplo, un niño que sufre rivalidad fraterna mostrará alguna de las siguientes señales:
- Señales internas: la autoestima y seguridad del niño se ha visto disminuida. Se siente culpable porque sus padres “ahora no le quieren” o dedican más tiempo a su hermano. Estas señales son difíciles de detectar porque en raras ocasiones el pequeño es capaz de verbalizarlas. Por ese motivo, es importante tener en cuenta las manifestaciones externas que pueden ser consecuencia de este sentimiento.
- Señales externas: gritos constantes, hostilidad, rabietas, pegar a su hermano o ignorarle, etc.
CÓMO EVITAR PROBLEMAS ENTRE HERMANOS:
La mejor manera de resolver los problemas es intentar evitarlos. Para ello, te damos unos consejos:
- Hazle partícipe a tu hijo de la llegada de su nuevo hermanito desde el embarazo (p.ej. enséñale las ecografías).
- Ayúdale a expresar sus sentimientos acerca del nuevo hermanito (pídele que hable a tu tripa y le diga lo que siente).
- No hagáis cambios importantes durante este periodo y, si es necesario hacerlos, que sea antes de la llegada del bebé (p.ej. intentar que no coincida cuando él comienza la guardería o el colegio).
- Organizad los cuidados y atenciones que recibirá mientras estáis en el hospital. Explicadle a él qué va a pasar, quién se va encargar de cuidarle, etc. Durante vuestra ausencia es preferible que sea alguien cercano para el niño quien se desplace a vuestra casa para cuidarle.
- Anímale a que colabore en el cuidado del bebé, ajustando dichos cuidados a su edad.
- Incrementa las muestras de cariño: recuerda que los seres humanos rivalizamos cuando escasean los recursos. Por eso, que nunca falte el cariño en tu casa.
- Reserva un tiempo exclusivo para él e intenta no cambiar sus hábitos.
- Ayúdale a ver lo bonito de la experiencia de poder tener un hermano con el que compartir juegos y experiencias (p.ej. comprar juegos para dos con los que antes no podía jugar solo, reforzarle las conductas de compartir con su hermano, etc.).
- Si aún así los celos persisten es conveniente dejarle que los exprese abiertamente, y bromear con el pequeño sobre sus celos, haciéndole consciente de los mismos y diciéndole que le entendemos.
CÓMO ABORDAR LOS CELOS ENTRE ELLOS:
Si se presentan problemas, estos son algunos consejos sobre cómo abordar los celos de tu hijo ante la llegada de un nuevo hermanito al hogar:
- Sin necesidad de castigarle, muestra tu desaprobación ante las muestras de celos o rivalidad ante su hermano. Debe quedar claro que no vais a tolerar ese comportamiento.
- No obvies su comportamiento, pregúntale si él se ha dado cuenta de ese cambio y por qué lo hace. Valora la conciencia y explicación del pequeño de su cambio de comportamiento.
- Por muchas cosas que tengas que hacer intenta seguir presente en su día a día; participa en sus juegos, acompáñale a la cama, come con él…
- No le obligues a “querer” a su hermano. El afecto va desarrollándose poco a poco cuando te involucras en la relación con la otra persona. Lo mismo le ocurre a tu hijo con su hermano; deja que se vayan conociendo poco a poco y sea él quien desarrolle el afecto hacia el bebé a su ritmo.
- Finalmente, ten en cuenta que si los celos o la rivalidad impiden mantener una relación tranquila y adecuada entre los niños, es aconsejable solicitar la ayuda de un especialista con el fin de prevenir problemas en el desarrollo de las habilidades sociales, déficit en el control emocional, retraimiento y baja autoestima.
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