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jueves, 1 de noviembre de 2012

TIPOS DE PARTO


Un parto natural es aquel en el que, salvo complicaciones, no se utiliza ningún tipo de fármaco y se permite a la mujer decidir en que posición quiere dar a luz.
En España no está muy extendida esta práctica y hay pocas clínicas donde se realicen partos naturales. El Colegio Oficial de Enfermería y Matronas proporciona información sobre el parto natural y los centros donde se practica.
Numerosos estudios avalan que la postura vertical de la madre favorece el parto, mientras que la horizontal la entorpece. En posición vertical se acorta y amplía el canal del parto, y la fuerza de la gravedad facilita el descenso del bebé. En cualquier caso, si la mujer puede decidir la postura en que quiere dar a luz, elegirá aquella que le dicte el instinto y le resulte más cómoda.
Una modalidad de parto natural es el parto en el agua:

Parto en el agua

El médico francés Michel Odent fue el pionero en este tipo de parto. En 1970, comenzó a introducir a las parturientas en una bañera con agua caliente y descubrió que resultaba beneficioso, porque disminuía el dolor y favorecía la dilatación cervical. A principios de los 80, esta práctica empezó a ponerse de moda en Estados Unidos como opción alternativa para dar a luz.
La principal ventaja que ofrece es que el agua favorece la dilatación y la madre puede adoptar posturas más naturales que la ayudan a relajarse y reducir la percepción del dolor. La temperatura del agua (37º) también beneficia al bebé porque es muy similar a la del líquido amniótico, por lo que no necesita adaptarse al cambio brusco que supone la temperatura del quirófano.
Beneficios del parto en el agua:
  • Parto natural sin medicamentos.
  • Disminuye el uso de procedimientos invasivos.
  • El parto se produce en un ambiente íntimo y tranquilo, con mínimas interferencias del personal sanitario.
  • El padre participa activamente en el trabajo de parto.
  • El agua caliente relaja la musculatura de la madre y facilita la producción de endorfinas (neurotransmisores producidos por la glándula pituitaria que contribuyen a reducir la percepción del dolor).
  • El niño sufre menos estrés porque sale a un medio muy parecido, con una temperatura similar a la que tenía en el útero materno.
PARTO PREMATURO:
El parto pretérmino aparece en el 5-10% de las embarazadas; se define como el parto que se produce entre las semanas 28 a 37 del embarazo, y es un problema no sólo obstétrico, sino también neonatal, ya que se asocia con un alto índice de problemas para el recién nacido, incluyendo la muerte del mismo.
Otro caso es el parto inmaduro, que es aquel que se da entre las semanas 20 y 28 de embarazo.
Antes de la semana 20 se considera aborto.
Cuanto más prematuro es el bebé, existen menos posibilidades de que sobreviva y, en caso de conseguirlo, tendrá que hacer frente a mayores dificultades: retraso mental, parálisis cerebral, problemas respiratorios, digestivos, pérdidas de visión y audición, retrasos en el desarrollo, y problemas de aprendizaje y de conducta.

Factores de riesgo para un parto prematuro

No se conoce una única causa, pero existen factores de riesgo que predisponen al parto pretérmino, y que hay que tratar de prevenir o evitar. Los más importantes son:
En cualquier caso, el que la madre reúna uno o más de estos factores de riesgo no significa que vaya a tener un parto prematuro.

Síntomas del parto prematuro

  • Contracciones uterinas regulares, con o sin dolor.
  • Sensación de presión pelviana (sensación de que el niño empuja hacia abajo o de pesadez).
  • Hemorragia vaginal.
  • Dolor de espalda o en las caderas.
  • Rotura de la bolsa de aguas.
  • Dolor de vientre (con o sin diarrea).
  • Molestias similares a las de la menstruación.
  • Cambios o aumentos de la secreción vaginal (flujo de color amarronado o sanguinolento).
  • Cólicos abdominales (con o sin ganas de vomitar).
PARTO INDUCIDO:

¿Por qué se induce el parto?

Hay diversas justificaciones para inducir un parto:

Enfermedades de la madre

Algunos trastornos que sufre la madre, como la hipertensión (preeclampsia) o la diabetes (especialmente la de tipo I), pueden afectar a la salud del feto o de la propia embarazada si la gestación continúa. También justifican una inducción las patologías renales, cardiacas, pulmonares o hepáticas, algunos tipos de cáncer, las hemorragias y las infecciones en el útero.

Embarazo prolongado

Si la gestación supera las 42 semanas (la edad gestacional se valora con ecografía), ya que el envejecimiento de la placenta puede impedir la correcta nutrición del bebé.

Ruptura prematura de membranas

Cuando se rompe la bolsa de aguas, lo normal es que, en poco tiempo, aparezcan las contracciones y comience la dilatación. Cuando no es así, y el parto no se inicia de forma espontánea, será necesario provocarlo debido al riesgo de infección que corren tanto la madre como el niño. No obstante, se verifica antes que los pulmones del bebé estén suficientemente desarrollados.

Meconio en el líquido amniótico

Si el tocólogo observa que el líquido está teñido de meconio (nombre que se da a las primeras heces que expulsa el bebé después del nacimiento), será preciso finalizar la gestación porque, además de ser un indicio de que el feto no se encuentra bien (ha defecado dentro del útero), si aspira esta sustancia puede sufrir dificultades respiratorias.

Crecimiento intrauterino retardado (CIR)

El feto deja de crecer a un ritmo normal dentro del útero. Esto indica que se está produciendo alguna alteración que impide la correcta nutrición del pequeño, lo que podría ocasionarle serios problemas de salud, e incluso la muerte dentro del útero.

Razones no médicas

En ocasiones, se decide inducir un parto por otras razones, por ejemplo, cuando una mujer ha tenido otro parto anteriormente y su desarrollo fue muy rápido, o vive lejos del hospital y el médico teme que no llegue a tiempo.

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