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martes, 13 de noviembre de 2012

Los sabores más tradicionales de Venezuela en las calles de Madrid


La comida venezolana ha invadido las calles madrileñas. Los sabores tradicionales del caribe han regresado a los paladares de quienes extrañan su hogar y de aquellos que desean aproximarse a la cultura gastronómica nacional. El corresponsal de Informe21 en Madrid, José A. Puglisi, ha visitado diferentes restaurantes venezolanos que se encargan de llevar nuestra cocina a nuevos horizontes.












La inmigración venezolana a España trajo consigo el aroma de sus platos típicos, el sabor de su gastronomía mestiza y el ambiente festivo que se degusta a cada bocado. Toda una experiencia que se puede disfrutar en los restaurantes de comida tradicional, esos que fusionan la comida local con el ambiente autóctono y que hacen que todos se sientan como en casa.
Uno de los restaurantes venezolanos más jóvenes en Madrid es Rochela Express. Un establecimiento donde se pueden encontrar los platos tradicionales como la cachapa, el pabellón criollo, el asado negro, las arepas, las empanadas y, por supuesto, los tequeños. “La clave para mantener el sabor original de Venezuela es ofrecer la comida en su estado más natural, fresca y casera posible. Lo importante, es hacer sentir al cliente como si estuviese en su casa”, explica Carlos Peña Pimentel, encargado de Rochela Express.
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Sin importar ningún producto desde Venezuela, Rochela Express ha logrado cautivar tanto a venezolanos como a otros públicos. “Al restaurante vienen personas de todos los países, hemos tenido franceses, alemanes, noruegos, finlandeses, británicos, norteamericanos, italianos, suizos, portugueses, y españoles. La verdad, es que hay una gran variedad de clientes extranjeros, quienes han venido a probar nuestro rico sabor y ser consentido por nosotros”, aclara Peña.
Con respecto a la aceptación de los españoles a los platos nacionales, el encargado de Rochela Express precisa que “el español que ha viajado y conoce, o desea conocer, nuestra gastronomía es muy receptivo”. Para este público, los platos que tienen una mayor demanda son, en especial, las arepas y el pabellón criollo.
Los primeros pasos de este exitoso proyecto, sin embargo, no fueron tan sencillos. Peña requirió de una inversión inicial que osciló entre los 20.000 y 30.000 euros. Una cantidad que fue aportada a una asociación que, ahora disuelta, le deja al frente de las tareas del restaurante con su esposa. Asimismo, el encargado del establecimiento de comida tradicional considera que podría existir una mayor colaboración de las normativa ibérica. “Las leyes españolas, lamentablemente, ahuyentan a los emprendedores quienes desean ser empresarios y que, mejor aún, pueden ofrecer puestos de trabajo a un país con un alto índice de desempleo”, puntualiza.
Los esfuerzos de Rochela Express han logrado sus frutos. Actualmente, existe una buena afluencia de público y hasta se organizan presentaciones en vivo de músicos, cómicos y de monólogos. Un progreso que buscarán extender en el 2013, con la meta de posicionarse solidamente en el mercado español y de turistas extranjeros.
Expansión criolla
El modelo de comida tradicional ha sido la clave para que muchos emprendedores venezolanos expandan sus negocios en Madrid, Antojos Araguaney es un ejemplo de esto. Lo que en el año 2008 inició como una fábrica de quesos de sabor nacional, ahora se ha convertido en la marca de una panadería, Antojos Araguaney Gourmet (2011) y de un restaurante especializado en carnes, Antojos Araguaney Grill (2012). Todos con la insignia tricolor.
Fernando Rodríguez, director general de Antojos Araguaney, recuerda que el primer año de operaciones en España requirió de grandes sacrificios. “Durante los primeros 12 meses no recibía ninguna retribución, trabajé sin cobrar. Pero el esfuerzo nos ha llevado a que nuestros quesos sean distribuidos por toda España y la Unión Europea”, relata Rodríguez.
La fábrica, que tardó cinco años en alcanzar el sabor exacto de los quesos nacionales, actualmente produce una gran variedad de productos, entre los que se encuentra el queso de telita, de mano, guayanés, duro, semiduro, entre otros. Este ha sido el trampolín para que, tres años después, Rodríguez fundara la panadería Antojos Araguaney Gourmet, donde se comercializan los famosos cachitos, pastelitos, y empanadas; así como arepas y quesos de su propia producción.
El siguiente paso no se hizo esperar. En 2012, se inaugura Antojos Araguaney Grill, el restaurante especializado en carnes que busca destacar otra cara de la gastronomía venezolana. “Cada semana, nos reunimos los empleados de los establecimientos para hacer una prueba de todos nuestros productos. El objetivo es mantener una evaluación constante de la calidad de nuestros platos y que no se pierda el sabor nacional”, explica Rodríguez. Sin lugar a dudas, sus propios empleados serán los mejores catadores, ya que de los 26 trabajadores de la plantilla, el 95% son de origen venezolano.
Su estrategia está teniendo éxito. Diariamente, las tres firmas reciben una afluencia aproximada de 144 clientes y Rodríguez ha sido galardonado con el Premio al Emprendimiento Inmigrante 2010 que entrega la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de España (UPTA). “En este tipo de proyectos es necesaria la perseverancia y la fe en tu iniciativa, esto es lo que permite transformar un sueño en una realidad”, opina el director general de Antojos Araguaney.
Otro factor importante para el éxito de un restaurante de comida tradicional, es no olvidar las raíces. En el caso de Rodríguez, el contacto constante con una plantilla venezolana y con la cocina nacional, hacen que “cada día me sienta más venezolano”, asegura.
Fusiones gastronómicas
Los restaurantes de comida venezolana también están innovando y han encontrado nuevos espacios en la oferta gastronómica de Madrid. La Candelita, por ejemplo, es un espacio que mezcla los platos más tradicionales del país con pizcas de sabores latinoamericanos. Lo que convierte a cada comida en una creación única y atractiva para todos los públicos.
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Esta iniciativa requirió de dos años para concretarse. En este período de tiempo, cuatro socios dispusieron de su tiempo y recursos para encontrar un local idóneo a sus necesidad y un sabor propio. A pesar de que, inicialmente, se consideró la posibilidad de emplear un modelo de tapas, los estudios de mercado y la percepción de sus propios consumidores, llevaron a la creación de un restaurante de fusión.
“Al principio teníamos pensado crear una arepera moderna, pero la idea evolucionó con el paso del tiempo y terminó concretándose en este restaurante que mezcla los sabores de la región latinoamericana”, aclara Valerie Iribarren, socia y chef de La Candelita.
En este sentido, el restaurante logra tener platos tradicionales como las arepas, asado negro, los tres leches y la tarta de queso, pero incorporando recetas más regionales como el ceviche y el pabellón (ropa vieja). “Me ha impresionado que la mitad de los venezolanos no conocen la gran cantidad de platos que tiene el país; por ejemplo, las polvorosas de pollo que son tradicionales de Caracas no son reconocidas por casi nadie”, indica Iribarren.
Es esta variedad en la oferta gastronómica la que ha diversificado su clientela. “Un tercio de las personas que nos visitan son de origen venezolano, otro tercio españoles y, el resto, de otras nacionales, entre la que destacan los franceses”, apunta la socia de La Candelita. Quien, además, precisa que cada uno de estos grupos tienen un gusto en particular, mientras a los venezolanos les atraen más el brunch, los españoles prefieren los menú del día.
En La Candelita, un total de 11 las personas están encargadas de atender a una afluencia, aproximada, de 500 personas semanales; una plantilla que, en el caso de ocasiones especiales, es levemente ampliada. Iribarren es una de los dos venezolanos dentro del personal, mientras que el resto del equipo está conformado por diversas nacionalidades latinoamericanas y un solo español.
En cualquiera de sus formatos, la comida venezolana está ganando espacio en España. La cultura gastronómica que siempre ha estado en nuestras mesas está rompiendo con las fronteras y permite, a quienes han dejado sus hogares, tener un espacio donde cada sabor, olor y textura recuerdan a la tierra caribeña que aún palpita en sus venas. Así que, sólo hay que agarrar los cubiertos y decir: buen provecho.
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Fuente: http://informe21.com/restaurantes/los-sabores-mas-tradicionales-de-venezuela-en-las-calles-de-madrid

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