Antes de comenzar a hablar sobre el tema que quiero desarrollar en esta entrega para ustedes, los invito a que juntos hagamos un ejercicio muy sencillo, preguntémonos: ¿cómo es nuestra relación con la comida? Es increíble darnos cuenta de las diferentes aristas que puede tener una pregunta tan sencilla.
Al hacer este ejercicio en casa con mis amigos, evocamos diferentes recuerdos: el tipo de alimentos que más nos gusta o los que más consumimos, aquel ataque de ansiedad que saciamos con lo primero que teníamos enfrente y hasta el tiempo que dedicamos a ese espacio tan valioso del día.
En el segundo capítulo de mi libro "Vida en equilibro" abro la puerta del gran tema que implica comer rico y sano, guiando la búsqueda de nuestro bienestar a través de lo que comemos como guía de nuestro rumbo. En él, comienzo hablando de lo importante que es saber escuchar nuestro cuerpo como clave esencial para que la alimentación se convierta en una fuente de buena salud. En esa mirada que, después de un tiempo de asumir buenos hábitos de consumo, podemos reflejar frente al espejo y que por sí sola nos habla y nos describe –no sólo a nosotros sino también a nuestro entorno- lo bien que nos sentimos por dentro. De eso se trata para mí la belleza: de algo que comenzamos a cultivar en nuestro interior y se refleja naturalmente en nuestro cuerpo.
Comer rico y sano es, en cierta forma, esa saludable relación que debe existir entre los alimentos que ingerimos y las necesidades de nuestro cuerpo para lograr reflejar el bienestar que deseamos tener. Y he aquí el segundo paso del ejercicio que comenzamos al inicio: reflexionemos cada uno en silencio sobre el contenido nutritivo de lo que comemos y detengámonos a pensar en el tiempo que le dedicamos a nuestro último almuerzo. ¿Sabían que comer es una actividad a la que deberíamos dedicarle por lo menos el 25% de nuestro tiempo diario? Desde que me enteré de este dato tan interesante he comenzado adedicar el tiempo necesario a ese cafecito indispensable en mi desayuno diario, en el que, al contrario de lo que piensan muchos, disfruto de cada bocado, porque si hay algo que he descubierto en esta investigación que hago sobre la "Vida en equilibrio" es que comer rico y sano puede ser un gusto delicioso con cada comida que preparo.
En aras de reconciliarnos con esa imagen que tenemos sobre un estilo de alimentación equilibrada, planifiquemos nuestro menú semanal, tomando en cuenta que con cada plato debemos recibir macronutrientes (como las proteínas, los carbohidratos y las grasas) y micronutrientes (como las vitaminas y los minerales), acompañado de agua.
Si me preguntan por los datos útiles para sentarnos en la mesa, hablaría de tres cosas que considero muy importantes: la cantidad de los alimentos que comemos, la calidad de sus ingredientes, la variedad y la higiene que debe haber en la preparación de ellos.
Para cerrar –me refiero sólo a este artículo porque disfruto tener la ilusión de que estas palabras puedan servirles para comenzar algo nuevo-, les cuento que al finalizar el ejercicio con mis amigos, abrimos la nevera, sacamos un trozo de pescado fresquito (como esos que solía comer en La Guaira con mi familia) y continuamos compartiendo mientras yo y mis amigas preparábamos una cena para disfrutar de un momento en su justa medida.
¡Hasta una próxima entrega!
FUENTE: inspirulina
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