Nos sentimos duras, contracturadas, tensas. Nuestro cuerpo se empieza a acortar, se inclina y pierde salud y elegancia. Entrenar la flexibilidad, estirarse, es clave. Aquí, qué opciones existen y por dónde empezar.
No es lo mismo “elasticidad” que “flexibilidad”. La primera es solo uno de los componentes de la segunda. O sea, la flexibilidad es muy importante: se refiere al rango de movimiento (RDM) disponible para una articulación o conjunto de articulaciones.
Una buena flexibilidad disminuye el riesgo de lesiones musculares y articulares; favorece el rendimiento deportivo; perfecciona cada movimiento y ayuda a desplazarse con mayor rapidez. Además, aumenta la relajación física y refuerza el estado de salud.
Al hacer actividades (en el gimnasio o en la vida cotidiana), tener una buena flexibilidad ayuda a proteger nuestro cuerpo. Por eso es importante ejercitarla con alguno de estos métodos:
• Elongación estática
Es una elongación controlada que se mantiene en el punto de máxima tensión. Deja al músculo en una posición estirada y se sostiene de 10 a 60 segundos.
• Elongación dinámica o balística
Usa rebotes, tirones con movimientos abruptos para obtener impulso para favorecer la sobre-elongación.
• Elongación activa
Consiste en movimientos voluntarios, no asistidos que requieren fuerza y contracción muscular del músculo agonista o motor primario.
• Elongación pasiva
Los movimientos se llevan a cabo mediante el uso de una fuerza externa como la que podría proveer un compañero o uno mismo usando la fuerza de otro miembro, la gravedad o el impulso.
• Facilitación Neuromuscular Proprioceptiva (FNP)
Actúa estirando inicialmente al músculo en cuestión en forma medianamente intensa. La intensidad llega al punto, o se le aproxima, del límite elástico de la fascia muscular. Entonces, se genera una fuerza máxima en el músculo sometido a la elongación.
En síntesis…
La flexibilidad está determinada por la estructura morfológica de cada persona y por sus aspectos biomecánicos. Pero es posible incrementarla con sólo ejercitarla a diario.
Si somos más flexibles, cada movimiento se verá facilitado, la circulación sanguínea será mejor y los músculos recibirán oxígeno y nutrientes en tiempo y forma.
Por eso, la flexibilidad no debe quedar afuera de cada sesión de entrenamiento. Así como entramos en calor y volvemos a la calma, hacer ejercicios que permitan ganar movilidad articular y elasticidad muscular será la clave para el progreso.
Por Fede Delpiano, personaltrainer
Fuente: soysaludable
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